
Por supuesto, hubo auténticos mártires de la fe del Cristo Blanco,como solía llamarla nuestro pueblo.Los rústicos granjeros de las estepas decapitaron a algunos sacerdotes testarudos,pero eso se debió a un exceso de beligerancia ebria más que al celo pagano, y las victimas fueron apenas un puñado,comparadas con los mártires de las Antiguas Costumbres a los que el rey Olaf embaucó,amenazó,hostigó y ejecutó porque se negaron a convertirse o no lo hicieron con la premura suficiente.
Para ellos la palabra del Señor llegó en un torrente de sangre, de modo que no es de extrañar que resultara sencillo explicar la violencia que había profetizado el cataclismo del milenio".